Por lo general, cuando se espera algo con ansia y, tras una larga espera llega el momento de la verdad, es fácil que las espectativas creadas diluyan o nublen el resultado final. Pues bien, ni mucho menos pasa esto con Juego de Tronos, la espera ha sido dolorosa, sí, pero de verdad que ha valido la pena. Literalmente, la HBO hace homenaje al género: ¡Hace magia!

No quiero asustar a los que no estén familiarizados con la Fantasía, es más, ni siquiera yo me considero un fiel seguidor del género. Decir que Juego de Tronos es una novela (serie en este caso) de Fantasía es como decir que La Biblia está basada en hechos reales. Que cada cual saque sus propias conclusiones e interpretaciones. Para mí sería injusto encasillarla dentro del género. Esto es más bien un drama histórico, una cruda y humana lucha de poderes. La Fantasía en este caso sería el valor añadido, el ingrediente que sobrealimenta la historia haciéndola aún más, si cabe, dramática y sorpresiva.

La serie es una dignísima adaptación de la novela homónima de George R.R. Martin. La profundidad de los personajes, el guión, las localizaciones, la fotografía, la música... Todo está mimado al detalle para deleite de todos, para los nuevos espectadores y para los más fieles lectores. Disfrutad de la obra porque la HBO ha vuelto a hacer una joya entrañable e inteligente. No quiero lanzar campanas al vuelo porque ya me conozco este mundillo y se lo injusto que puede llegar a ser con algunas series de excelente calidad, pero con un poco de suerte tendremos Juego de Tronos para muchos años, crucemos los dedos.

Larga vida a la HBO!

Larga vida a George!