Media votos
8,5
Votos
126
Críticas
126
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de irian hallstatt:
8
6,6
927
Drama
Camille (Isabelle Adjani), la hermana del escritor Paul Claudel, sintió desde niña una gran pasión por el arte y en especial por la escultura a la que dedicó gran parte de su vida. El escultor Auguste Rodin (Gérard Depardieu) fue su maestro, y ella se convirtió en su musa. Entre ambos surgió una tormentosa relación amorosa plagada de crisis y rupturas. La escultora tuvo también una vida personal muy agitada: era una mujer demasiado ... [+]
18 de febrero de 2007
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo puede Isabelle Adjani no acabar realmente loca cada vez que interpreta uno de estos papeles? Un enigma fascinante. Todo en la película es formalmente perfecto: interpretaciones, ambientación, narración… pero todo queda en suspenso, como a la expectativa, cada vez que esta mujer hace el menor movimiento, dejando su impronta en todo. Su Camille Claudel tiene tal presencia que absorbe la vida del film, el cual se extingue con ella.
Un poderoso drama sentimental, que nos da una bella visión del amor ofuscado por la fascinación, y de cómo este se rebaja ante la proyección creadora del artista; proyección e inquietud que no se pueden frenar, si desviar, aunque sea para perdición del creador.
Un poderoso drama sentimental, que nos da una bella visión del amor ofuscado por la fascinación, y de cómo este se rebaja ante la proyección creadora del artista; proyección e inquietud que no se pueden frenar, si desviar, aunque sea para perdición del creador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Se nos habla del amor que es adoración; que busca el ideal de la perfección y la complementariedad; que no es atracción, sino deslumbramiento, y que como el fuego, cautiva, quema, y consume. ¿Qué atrae a Rodin de Camille? El ya no esculpe, dirije. Otros trabajan para él, y él solo apuntilla y firma. Tiene enfoque, pero ha perdido el contacto con la creación pura. Cree que por el camino al flamante éxito y al total reconocimiento que disfruta en la actualidad, estancado e indolente, perdió algo. Que eligió el camino del éxito y no el de la creación genuina, y que ya no hay marcha atrás. Por eso se dedica a descoyuntar modelos, en la creencia de que en la postura más incomoda y el movimiento más forzado debe encontrarse indiscutiblemente la inspiración o el secreto del arte, el cual tuvo en su juventud a tres palmos de la cara, y que se fue alejando sin remedio. “La inspiración no existe”. Pero conoce a Camille. “¿Qué tiene ella que yo he perdido?”. Una joven escultora, que en días pésimos se cuela en las obras de Paris para acarrear barro con el que crear sus obras; que se ensucia, y que en mitad de su trabajo parece una mujer dando a luz. Siente lo que esconde cada material, y siente la necesidad de dotarlo de vida. Sabe que más conocimientos le darán mayor posibilidad de dar rienda suelta a su arte, de extraer vida a lo inerte, y cree que esos conocimientos bien pueden venir del maestro Rodin. Ambos se encuentran y enamoran, creyendo que aprenderán el uno del otro. Pero no es así. Camille es la inspiración de Rodin, y este es el ideal de Camille; ambas cosas inasible para ambos. Pueden poseer al otro, crear un vínculo emocional, e incluso dependencia, pero lo que realmente van buscando en el otro no lo encontrarán. Su vínculo traba la visión creadora de ambos, y más la de ella. Rodin acaba explotando la vena creativa de Camille, proyectándola en sus trabajos pero sin imbuirse de ella. Cuando Camille ve en esta situación un obstáculo a su total expansividad artística intenta reemprender su camino, retomar su propia y personal creación, pero su visión estará empañada por su vida reciente. El desengaño se aliará a la pesadumbre para enturbiar la sensibilidad de Camille. Acosada por la sensación de haberse perdido, se irá extraviando cada vez más en si misma y perdiendo la cordura.
* Las escenas de los artistas en comunión con la materia prima, proyectando casi en trance aquello que esta puede llegar a ser; inspirados por un puñado de barro o un trozo de piedra, insuflándoles vida por imposición de manos para que la piedra se levante con la forma que fijaron en mente... son todas buenísimas. Y la recta final es de una excelsa y macabra belleza, con una Adjani inquietante dando la impresión de ser realmente un animal extraviado. Los diálogos entre ella y Depardieu son magníficos, así como la forma de retratar la relación que Camille mantiene con su familia.
* Las escenas de los artistas en comunión con la materia prima, proyectando casi en trance aquello que esta puede llegar a ser; inspirados por un puñado de barro o un trozo de piedra, insuflándoles vida por imposición de manos para que la piedra se levante con la forma que fijaron en mente... son todas buenísimas. Y la recta final es de una excelsa y macabra belleza, con una Adjani inquietante dando la impresión de ser realmente un animal extraviado. Los diálogos entre ella y Depardieu son magníficos, así como la forma de retratar la relación que Camille mantiene con su familia.