Haz click aquí para copiar la URL
España España · Gijón
Voto de Loberto:
7
Drama. Acción El mundo del boxeo está tan devaluado que el campeón Mason Dixon no encuentra un rival a su altura. Han pasado 30 años desde que a Rocky Balboa (Stallone), un hombre sin futuro, se le presentó la oportunidad de boxear y enfrentarse contra el gran campeón Apollo Creed. El coraje y perseverancia de Rocky, tanto en la vida como en el ring, alimentó las esperanzas de millones de personas. Ahora, ya retirado, se pasa las tardes contando ... [+]
12 de enero de 2007
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos deportes dan tanto juego como el boxeo en cuanto a metáfora de la vida. Los golpes incesantes, el triunfo de la voluntad, la dureza del combate..., se aplican con igual facilidad al deporte de las doce cuerdas y a la aventura de vivir.

"Rocky Balboa" no es una película de boxeo, ni una película de deportes: es una película sobre un hombre, que a la sazón es boxeador. O era, ya que el bueno de Rocky (Sylvester Stallone), retirado hace largo tiempo, ahora ya viejo y solo tras la muerte de su mujer, se ha quedado sin retos, sin desafíos, sin ilusiones. Sus relaciones con su hijo Robert (Milo Ventimiglia) tampoco pasan por buen momento, ya que éste se siente comparado en todo lo que emprende con la larga sombra de su padre. Así, Rocky quiere volver a boxear, y los managers del actual campeón invicto, Mason "Frontera" Dixon (Antonio Tarver) le ofrecen una nueva oportunidad.

Stallone, que lleva años siendo objeto de innumerables burlas por el gran crimen de haberse dedicado a hacer cine de entretenimiento (y no gesticular como Sean Penn, claro), ha sido capaz de crear no uno, sino dos iconos del siglo XX: Rocky y Rambo. Y es imposible no recordar a estos dos mitos sin esbozar una sonrisa. En concreto, el boxeador de Philadelphia es un ser más entrañable que el mismísimo Papá Noel: siempre con una palabra amable, siempre echando una mano al prójimo, siempre atendiendo a sus infinitos fans con una sonrisa. El mismo Rocky resume su filosofía en una frase certera, que viene a decir algo como "¿por qué tienes que deberle algo a una persona para hacer algo por ella?".

El "cachas" neoyorquino, que se encarga de guión y dirección, trata a sus personajes con mimo exquisito, tanto, que ni siquiera hay "malo" como tal, sino que es un simple boxeador rival. Para reforzar la idea de que no es la pelea lo importante, el combate ocupa los últimos diez minutos, quince si contamos el entrenamiento con el "Gonna Fly Now" inmortal de Bill Conti sonando de fondo, y poniendo de nuevo el vello como escarpias al respetable.

De ahí la ovación final de la sala de proyección, porque hay pocos personajes que hayan calado tan hondo en el imaginario colectivo como el hombre con un corazón más grande que sus puños, tan rebosante de humanidad que entristece que sólo exista en una pantalla, y que es capaz de inspirar en aquellos que lo ven una inmediata complicidad y una sonrisa de ternura. Un digno fin a una saga épica. Larga vida a Sly. Larga vida a Rocky Balboa.
Loberto
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow