La últimas grandes obras en el género del terror vienen sustentadas en historias que, a medida que avanzan, se van haciendo más creíbles. Así, con todo y que puedan aparecer más de un monstruo o una generación de mutantes o una extraña plaga o una maldición campechana, el espectador queda sometido a una historia de la que ya no puede marginarse fácilmente.
Venom es una película que puede manifestar gusto por mantener el ritmo de calma-angustia, tranquilidad-zozobra de filmes clásicos de terror, pero carece de un espacio en el que se resalte la historia y todas las consecuencias posibles. Es notoria la relación con Jason y su saga, pero se puede recordar que en ésta impera la historia y todos sabemos desde un principio lo que se esconde detrás de cada vuelta a la vida del personaje.
En Venom todo es muy simple y, en mi caso, no produce el efecto esperado. Esta vez fueron serpientes malditas en una caja de vudú, pero igual pudieron ser gallinas o patos, esta vez una vieja quiere desenterrar la caja, pero igual hubiera podido desenterrar unas cuantas papas o raices porque la historia no deja ver la necesidad de que todo ocurra de acuerdo a como se quiso contar. ¡¡Ah!!, y a este Jason de vudú le cambiaron la motosierra por un camioncito.