Pastiche hiperbolizado sobre la multitud de referentes nostálgicos de la cultura cinematográfica de los 80, amparados aquí en un modesto proyecto venido de la mente del creador David Sandberg, quien consiguió financiación mediante campaña de crowdfunding reservándose para sí el papel protagonista. Él es Kung Fury, un policía de Miami que tendrá que vérselas al comienzo peleando con una máquina recreativa robótica, para luego hacer estrambóticos viajes temporales a la era vikinga o la Alemania nazi, donde le espera su némesis: Kung Führer. Simpática y lisérgica regresión a los tópico sobre los 80´s, jugando con la ventaja de que hoy se recuerdan con añoranza , formulando una re-visita al decenio no con poca jocosidad, basando su juego en rescatar y elevar al cubo algunos de los elementos de la cinematografía de la década haciendo hincapié en su componente más desmesurado.

Lamentablemente, y aunque el mediometraje está concebido como un revival hecho por y para fans de la década, la propuesta de Sandberg se queda en una mera recolección de guiños, homenajes y rescates, sin que el producto logre en ningún momento ningún tipo de entidad o personalidad. Su potencia visual, basada única y exclusivamente en un torreón digital de luces y efectos, no ayudan a meterse en materia. "Kung Fury" queda en una parodia con la que se pueden tener ciertas simpatías, algo exclusivo para quien haya crecido en esa maravillosa década que revive, pero sin el conjunto de normas mínimo que la pudieran evadir de una aburrida superficialidad, algo que lamentablemente se convierte en la última sensación que deja la propuesta.

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