Estupidez. Y avaricia, egoísmo, codicia, vacíos emocionales, sadismo y muchos pecados más. Eso es el excelente documental original de Netflix “Wild Wild Country”

Relata la historia de Baghwan, un famoso gurú indio luego conocido como Osho, que tenía una próspera (en el sentido más monetario de la palabra) comunidad de seguidores en Puna, India y la quiso refundar tomando casi por asalto un pueblo del estado de Oregon, en la costa oeste de los Estados Unidos. No conviene decir más. Ni siquiera googlear el nombre del gurú para empaparse de su biografía. Conviene ver el primer capítulo, dejar que la caja de Pandora se abra, y sentarse a disfrutar las más de 6 horas este fascinante documental.

Lo que es realmente destacable es la cantidad y calidad del footage original que retrata la vida en las comunidades de Puna y Oregon. En el material de archivo se ve lo que se suele imaginar que pasa en este tipo de comunidades: muchas personas pertenecientes a la sociedad occidental que llenan sus vacíos espirituales al mismo tiempo que llenan la cuenta bancaria del gurú que adoran de forma fanática y embelesada. Hasta ahí, territorio presumiblemente conocido. Y quizá entendible. Estás en un lugar en donde no estás atado a la rutina de un trabajo de oficina, con total libertad sexual y de experimentaciones varias. Pero, ¿en qué niveles de preocupante fanatismo se debe estar para ignorar que tu gurú es una persona que tiene decenas de Rolls Royce, casi no habla en público y se mueve rodeado de guardaespaldas con trajes de color morado y AK 47? En un fanatismo que hace que agradezcamos que uno no cree en nada, gracias a Dios.