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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Documental Stan Brakhage filma el documental rodando las mediciones de las partes de un cadáver, que practica un médico forense en una sala de autopsias. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Res extensa—

La autopsia nos orienta hacia la angustia y la ausencia. Stan Brakhage levita entre cadáveres y una materia que muerta cobra sentido y horror. Los cuerpos retratados con parsimonia y tal mínima injerencia descubren el abandono de la humanidad que poseyeron (contraste con la explosión de pura vida de 'Window Water Baby Moving' como extremo con el que 'The act of seeing…' se complementa). Recupera así el realizador un sentido primigenio de la percepción que se pregunta por aquello que se disuelve mientras lo vivimos.


La costilla flotante—

Le interesa a Brakhage una asepsia orgánica que evite el lenguaje como técnica cartesiana con la que representar y organizar lo natural. Como si la percepción del cineasta al mirar fuera transustanciada y entregada a los espectadores sin la traducción del gesto técnico de la puesta en escena (la materia desnuda es mundo; la interpretación que de ella hacemos es un traje de lenguaje).

Así se mueve la cámara flotante de Brakhage (vuela, parece que no hay guía) con la inmediatez de la materia en un estado puro de brutalidad, sin sonido. No hay discurso finalista sino una "visión" (*) sobre lo humano no a través del lenguaje consciente sino de una semiótica pulsional de los “propios ojos” (recordemos la obsesión del experimentalista por mostrar visiones que superen la mirada “construida” e interpretada: luz en el vidrio, cine como percepción de lo que ve un niño… Una mínima injerencia de intermediaciones para llegar a una instancia visual nerviosa, visceral, etc).


Body and Soul—

El film propone el desamparo del “sujeto” condenado a beber del vientre de la muerte mientras su conciencia se disuelve en lo corpóreo. El cuerpo abandonado como parte siniestra en la que no solemos reparar al estar pendientes de la estructura pactada de la voluntad. La opción de mostrar la cosificación del cadáver, sin esquema que salvaguarde el constructo “sentido” (relaciono la materia en estado puro de brutalidad con una puesta en escena que apela a lo pulsional y visceral), sirve para reducir lo espiritual al hecho digestivo.

El anonimato del cuerpo, la muerte y el descuartizamiento nos privan de edificios como la conciencia o el clavo ardiendo del “más allá”. Brakhage ofrece el desguace y el horror en su particularidad más espantosa: el rutinario devengo de la muerte; el cuerpo reduciendo el espíritu al infierno de lo orgánico.

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(*) Jacques Aumont. 'Las teorías de los cineastas'.
Bloomsday
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