Esta película presenta algunas cosas buenas y otras cosas malas.

Lo mejor: las interpretaciones, que rozan la perfección (lo que no es poco, sólo por esto ya merece la pena ver la película), y algunas frases que dicen los protagonistas esporádicamente (especialmente Federico Luppi y Eusebio Poncela).

Lo peor: los papeles (o el guión, si se quiere ver así), y me explico: no son unos personajes atormentados, o unas personalidades complejas, o unas personas rodeadas de una sociedad que no les comprende...NO. Éstas son las típicas disecciones que se suelen hacer en las críticas de las películas, pero en este caso a mi me parece mucho más sencillo: son unos TARADOS, están todos locos, desde el chico que con 19 años no tiene ninguna personalidad y no hace nada con su vida excepto emborracharse y meterse drogas, hasta el padre, que para alejarle de ese ambiente no se le ocurre otra cosa que escurrir el bulto (si se me permite la expresión) y dejarle a cargo de otro drogadicto, y por supuesto no hablemos del papel de Cecilia Roth, otra drogadicta que cada vez que abre la boca es para demostrar su tremenda estulticia...

En fin, otros dirán que ésto son personalidades complejas, pero en mi opinión están todos locos, y verlo de otra forma no es otra cosa que buscarle tres pies al gato.