Un día gris, de lluvia constante, un día en el que el ánimo te pide algo especial, el día perfecto para ver un Drama con mayúsculas. Y si hablamos de dramas, es Thomas Hardy el que nunca defrauda.

El principio promete, una ambientación de 10, un ambiente muy gris, con algún toque esporádico de color, muy bien colocado, en el momento preciso y en el personaje adecuado. Muestra a un Christopher Eccleston muy bien metido en su papel de muchacho de pueblo que realmente aspira a ser algo más que eso, y refleja muy bien su afán por aprender. La química que tiene con Rachel Griffiths es perfecta, no da muestras de un amor incondicional, pero sí da muestras de cariño.

Por otro lado, la química que tiene con Kate Winslet a lo largo del resto de la película es espectacular. Y es que el trabajo de ambos es brillante, son realmente creíbles como personajes, y consiguen mantenerte con los ojos fijos en lo que está pasando en la pantalla.

El ritmo al que se desarrolla la historia es perfecto, ni muy lento ni muy rápido, algo que realmente se agradece en una producción de este tipo. Y realmente la película consigue su cometido, a mí al menos me mantuvo con el corazón en el puño hasta el final. Y es que hubo una escena que para mí fue completamente devastadora.

En definitiva, aunque dura, la película es realmente buena, con una producción y unas actuaciones impecables. Kate Winslet es una de mis actrices favoritas, y no creo que necesite decir nada sobre sus dotes interpretativas, pero sí me sorprendió ver a Christopher Eccleston, el noveno Doctor Who, en un registro completamente diferente, en el que se desenvuelve también con gran soltura.

Muy ecomendable si algún día el cuerpo os pide drama.