1) Una maraña de nombres impronunciables y dificilísimos de recordar.
2) Un ¿detective? que no investiga nada, que se mueve al ritmo de una marmota, vamos, que adivina todo de sentado.
3) Criminales y asesinos que quedan impunes, no se entiende bien por cuál razón filosófica.
4) El mismo detective, gallina que no se cocina en el primer hervor, veterano, por no decir al límite con la decrepitud, que sería nuestro héroe, calzando peluquín y con una dentadura en pésimo estado, conquista y vuelve loca de amor a una jovenzuela que todavía va a la secundaria, aunque se cuidan de aclarar que "... mi madre tardó en anotar mi nacimiento en el registro civil..." Menos mal, de lo contrario sería un delito.
5) Una historia tan enrevesada que es casi incomprensible.
6) Nunca se entienden los procesos mentales gracias a los cuales nuestro galán geriátrico arriba a la resolución del caso.
7) Una banda sonora copiada de algún western spaghetti y Mozart, mucho Mozart, pero poner a Mozart no convierte automáticamente un bodrio en una obra de arte.
Conclusión: es el despropósito más grande que he visto en muchos años y eso que me gustan las películas de Adam Sandler.
No se la recomendaría ni al más terrible de mis enemigos. No soy tan mala.