En esta pequeña cruzada que me he propuesto llevar a cabo, la de ver viejos clásicos de Hollywood por primera vez, me encuentro con esta grandísima comedia que me ha sorprendido enormemente por su acidez y modernidad. Y especialmente por el extraordinario y poco común carisma e histrionismo de Cary Grant y Rosalind Russell, los protagonistas de este filme. (La Russell por presencia física y personalidad me hizo acordar mucho a la Susan Sarandon de estas épocas mas recientes). Es notable cómo, dentro de un ritmo agobiante que no da respiro a nadie (ni actores ni espectadores) pueden verse multitud de pequeños gestos, movimientos, exclamaciones, detalles corporales que lejos de abrumar realzan las actuaciones hasta dejarlas al límite de la perfección. Sin duda un gran mérito de la dirección de actores. El guión es maravillosamente sarcástico y abarcativo: no deja títere con cabeza. La escenografía y fotografía son excelentes también. Por momentos uno podría congelar la imagen de esa sala con periodistas jugando a las cartas o llamando por teléfono y colgarla como un cuadro. Sólo puedo marcar algunos baches cuando cerca del desenlace la confusión y proliferación de diálogos y sucesos llegan a cansar un poco. Pero es breve.. el final vuelve a brillar, aunque para los cánones actuales con un sesgo bastante machista aunque no exento de realismo. En síntesis, una comedia que seguramente hizo escuela.