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Voto de Vagabundoespiritual:
5
Drama Drama sobre la Iglesia de la Cienciología. Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas. (FILMAFFINITY) [+]
4 de enero de 2013
125 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Master es lo que denomino una película LEGO, es decir, su creador (Paul Thomas Anderson, guionista y director) nos ofrece una cantidad de imágenes e información que cada uno debemos conectar y fabricarnos con ella nuestra propia película (algo similar a lo que hizo Malick, no hace mucho, con El Árbol De La Vida). Algunos serán capaces de realizar verdaderas virguerías, otros no perderán el tiempo (y se marcharan de la sala de cine) y algunos aún estamos pensando que hacer con todas esas piezas (se nos ocurren algunas cosas, pero realmente ninguna termina de encajar perfectamente).

En principio el señor Thomas Anderson (niño mimado de la crítica que atesora una de las carreras más interesantes de esa nueva Babilonia llamada Hollywwod) tenía todos los ases en su mano para realizar una de las películas más impactantes del año (yo la esperaba como agua de Mayo). Nada más y nada menos que la seudoadaptación a la pantalla grande de la vida de L. Ron Hubbard (aquí se llamará Lancaster Lodd y lo interpreta el siempre estupendo Philip Seymour Hoffman), padre de la Cienciología, y el desarrollo de las ideas filosófico-espirituales en la cada vez mayor congregación de este “Maestro”, todo ello en un mundo deshumanizado y carente de valores. Esta (supuesta) historia de manipulación, fanatismo y sumisión se adaptaba, a priori, perfectamente a las coordenadas opresivas, intensas y asombrosas del autor de títulos tan estupendos como Pozos de Ambición (There Will Be Blood) o Magnolia.

A través de un joven veterano de la Segunda Guerra Mundial, alcoholizado y con graves traumas de la infancia (además de los adquiridos en el conflicto bélico), llamado Freddie Quell e interpretado por Joaquin Phoenix, que fruto del azar cruza su camino con Lodd, se nos conduce a través de los EE.UU. de la década de los 50, donde este falso gurú comienza a erigir su imperio de desvaríos y disparates que se aceptan sin cuestionarse por parte de gente derrotada, perdida y vacía espiritualmente (a pesar de gozar la mayoría de un alto nivel material) que sólo quieren un poco de esperanza (aunque esta provenga del espacio exterior). El desviado perdedor y el “Maestro” no son más que lados opuestos de una misma moneda (Lodd sólo es la versión místico-intelectual del animal e instintivo Quell), por lo que nace entre ellos un vinculo especial, sólo cuestionado por Peggy Lodd, la mujer de Lancaster (Amy Adams), y algunos de sus hijos.

Hasta aquí lo verdaderamente inteligible de la película de Thomas Anderson, dado que una parte (importante) del metraje es un compendio de situaciones grotescas, extrañas (algunas surrealistas) y caprichosas, aunque he de reconocer que hipnóticas y de oscuridad perversa, que se escapan al entendimiento de este humilde espectador que no está a la altura de lo que se le cuenta. Al igual que uno de los personajes principales (en determinado momento) no soy capaz de ver y transcender más allá del habitáculo donde estoy ubicado. ¿Puede alguien decir qué significado tiene toda la escena del desierto? ¿Es tal vez la representación del camino hacia la nada que propone Lodd y al cual conduce a sus seguidores, un páramo yermo que se esconde detrás de la charlatanería y las invenciones de un manipulador que son aceptadas como verdades hasta que somos conscientes que nos encontramos atrapados en el vacío y decidimos escapar? (supongo que esta u otra interpretación pueden ser tan válidas como creer que vivimos desde hace miles de millones de años a través de los confines del universo y ahora nos encontramos encerrados en cuerpos humanos. Sólo es fruto de nuestra imaginación).

La película mantiene el tipo a lo largo de sus (eternos) 140 minutos gracias a la dirección de Thomas Anderson y unas interpretaciones antológicas de los actores principales (aunque todo el reparto está sensacional), Phoneix, Hoffman y Adams. Estos tres monstruos de la pantalla nos brindan, tal vez, las interpretaciones más brillantes de sus carreras. Lo cual es en parte acierto también de Anderson, el cual ha demostrado que sabe sacar un rendimiento extraordinario a los actores que se ponen en sus manos y se dejan llevar por este titiritero.

Anderson planifica de forma sensacional cada una de las escenas, recordando de manera intensa en cada encuadre y movimiento de cámara al “maestro” Kubrick. Apoyado además por una fotografía preciosista y una música envolvente consigue atraparnos e intrigarnos de forma hipnótica en todo momento, aunque me temo que esto no es suficiente para salir totalmente satisfecho al final de la proyección.

The Master ofrece un tortuoso, vehemente , apasionado y a ratos fascinante viaje entre ningún sitio y ninguna parte y si como dice el “Maestro”, el bien y el mal está en cada uno de nosotros, es en nosotros donde debemos encontrar una OBRA MAESTRA o una TOMADURA DE PELO. Yo todavía estoy pensándolo.
Vagabundoespiritual
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