Aunque Francis Ford Coppola non hubiese hecho más que estas tres películas, esto hubiese bastado para pasar a la historia del cine. En El Padrino Coppola crea una auténtica épica americana, donde las tragedias familiares de las familias griegas o de la aristocracia se transmutan en las luchas intestinas de las familias italianas que, cual nueva nobleza de este mundo de negocios-política-delincuencia de los Estados Unidos, la Nueva Roma.
Un ritmo maravilloso, una historia fascinante, una ambientación cuidadísima, un diseño de personajes de quitarse el sombrero... y un montón de pequeños detalles y de pequeñas secuencias que hacen que se pueda ver una y otra vez sin cansancio.