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Voto de Pp Ferrer S:
10
Intriga. Drama Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único ... [+]
30 de mayo de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Piensen en uno de esos cuadros que cuelga en algún museo del mundo, en un edificio arquitectónico o en una escultura que están consideradas arte, ejemplos de la disciplina artística que presentan, consideradas obras maestras. Pues eso es “Rashomon” en el arte cinematográfico, una obra maestra.
Por fin Kurosawa se siente absolutamente libre para hacer la película que quiere y eso se traduce en una expresión de creatividad artística en grado sumo. Todas y cada una de las escenas son magníficos cuadros cinematográficos que, como en un museo, nos van contando las partes de una historia, o de varias historias según los personajes. La escena del leñador por el bosque y su hallazgo, es uno de esos cuadros cinematográficos donde se combinan las ideas fundamentales del montaje descrito por los rusos y las aportaciones propias y originales de un maestro del cine.
Formalmente la película se plantea con toda originalidad pues Kurosawa estructura la historia en tres niveles que irá combinando. Un nivel son los relatos que hacen el leñador y el sacerdote al plebeyo, en las ruinas del templo Rashomon, mientras llueve; el segundo nivel es el relato de los distintos personajes implicados y hasta de una médium, ante las autoridades, y el tercer nivel es lo que cuentan los protagonistas principales de la historia, Tajômaru (Toshiro Mifume) y Masako (Machiko Kyô) según su propia percepción de la realidad. Cada uno de esos niveles, contado por los distintos protagonistas como hechos vividos independientemente, constituyen auténticos capítulos de la narración cinematográfica y la unión, el montaje de esos niveles, es lo que hace de esta película una expresión maestra del arte cinematográfico. En cuanto a la música, Kurosawa ya no recurre a música occidental clásica o moderna, sino que utiliza música oriental japonesa compuesta y adaptada a cada momento de la historia que le da una unidad y acentúa sus características de cine personal japonés. Como el bucle que parece ser la narración, así hay una música que recuerda a “El bolero” de Ravel perfectamente ensamblada en la historia. Por último la fotografía, quizás el mejor elemento de esta película, está muy bien tratada y experimenta con contraluces y claroscuros que asombran al espectador. Una anécdota: el productor tenía tan poca fe en el éxito comercial de la película que para los carteles de la promoción puso a la protagonista en bañador, cuando en todo momento lleva un vestido y unos velos que le cubren desde el cuello a los pies.
Pp Ferrer S
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