Basada en la célebre novela del mismo nombre, esta película, muy criticada por todos en su día, demuestra mediante ciencia ficción, aventuras y drama la obsesión que posee toda persona por arreglar las cosas más desafortunadas de su pasado. Y es que todos alguna vez hemos querido viajar a través del tiempo para cambiar algo, pues en ocasiones los errores cometidos nos atormentan de tal manera que desgraciadamente consiguen estancarnos. Todo esto queda patente en el protagonista de la historia, que es incapaz después de 4 años de pasar página de la trágica muerte por asesinato de su prometida. El romance poco a poco queda en segundo plano y la cinta se centra en la aventura futurista que a los amantes de la ciencia ficción tanto les gusta. Tal vez, el problema del film sea ese, que tarda su tiempo en fijar el camino que quiere seguir, aunque más que un problema se puede considerar un proceso, al menos así es como yo lo veo. Los efectos especiales han envejecido bastante bien teniendo en cuenta que han pasado casi 20 años desde su estreno. Los Morlocks están bien hechos y son realmente desagradables para la vista. La banda sonora también es destacable, sobre todo en las secuencias más emotivas. Lo negativo es que Guy Pearce es el único del reparto que brilla, y sí, ya sé que esto es debido al guion, pero cuando cuentas con el gran Jeremy Irons para el papel de antagonista, este debe salir más en pantalla. Aun así, mucha atención a lo que su personaje trata de decir. Me hubiera gustado que desarrollaran el tema de la construcción de la máquina del tiempo, en este aspecto la trama corre demasiado y no nos explica cómo pudo Alexander fabricar dicha máquina. En cualquier caso, es mejor de lo que muchos dijeron en 2002 e intenta conservar el tono del cine aventurero de los años 90.