3 años tardó en hacerse la secuela de la cinta de 1992. Si la original resultó una sorpresa dentro del subgénero al que pertenece, esta se aferra a los tópicos de los slashers, pues tiene más muertes y un ritmo algo más ligero, aunque cabe decir que no por eso es mejor película. Es cierto que se agradecen ciertos detalles como el aumento del número de víctimas o el mayor protagonismo por parte del villano, al que en esta ocasión si podemos calificar como tal por verlo matar con más frecuencia. Sin embargo, esa originalidad que estaba presente en el primer filme aquí se olvida. Aparte de que la calidad de los efectos sufre un bajón notorio. Algo positivo que realiza la cinta es profundizar aún más acerca del pasado de Candyman, cosa que hace mediante algunas tomas breves, pero correctas. Lo peor del metraje es con seguridad lo poco trabajados que están los efectos especiales. Sería injusto darle mala nota únicamente por eso, ya que doy fe de que todo lo demás hace de esta segunda parte una proyección entretenida y decente que para nada desmerece la pena.