Haz click aquí para copiar la URL
España España · Málaga
Voto de Nuño:
9
Drama A finales de los años 20, en un pequeño pueblo francés vive el periodista Julien Davenne, viudo desde hace diez años. Todas las cosas de su mujer las ha guardado en la habitación pintada de verde y cuando un incendio la destruye, construye una pequeña capilla dedicada a su mujer y a otros seres queridos. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
[A Julien, la guerra le robó muchos amigos. Su pesaroso rostro, superpuesto sobre cruentas imágenes de campos de batalla donde hombres sanos abrevian su tiempo, es la expresión desgarrada no ya del que sufre, sino del que no comprende. Rescato de mi memoria las palabras del Louis-Ferdinand Céline combatiente: "Nunca me sentí tan inútil como entre todas aquellas balas y los rayos de aquel sol"].

...

Julien se consagra a los que ya no están. Siente obligación de dedicar su vida a honrarles. Ha llenado su vida de todo lo que ya no vive.

"Nuestros muertos, nuestros pobres muertos. Piden tan poco que reciben menos aún".

Intenta reproducir sus presencias, y se sirve de materiales insuficientes. Prendas, retratos, pertenencias... Está convencido de poder emular el brillo del alma humana mediante su alquimia. El sucedáneo que consigue, torpe y exiguo, le consuela profundamente. A su mujer no sólo la sigue amando a través de sus enseres, sino que "se siente aún más cerca de ella". Superar la ausencia es, para Julien, ingratitud y traición.

"De aquí a algún tiempo, conocerá más gente muerta que viva".

La imagen de 'La habitación verde' es cenicienta, marchita. La iluminación crea un efecto de fantasmagórica vetustez. Lo más vivo en pantalla son las llamas rutilantes de los cirios.

...

Todos tenemos una consciencia de la muerte, sabemos qué será de nosotros dentro de 100 años. Sin embargo, nuestra naturaleza está diseñada para arrinconar esta certeza; de lo contrario, nos paralizaríamos. La sensibilidad de Julien es demasiado inerme, esa certeza camina libre en su ser. No ama a una mujer viva, aun pudiendo; no cambia de trabajo, por fidelidad a los ancianos.

Se siente más feliz en la inmutabilidad de la muerte.

...

El final de esta película es emocionalmente ambiguo. En parte, uno siente que Julien no debería haber malgastado su derecho a intentar alcanzar la plenitud y las mieles que la vida nos reserva, que son muchas. Por otro lado, él se sentía dichoso de poder ser un cirio más alumbrando la oscuridad, y quizás fue bravo por abrazar sin temor aquello de lo que el resto huimos despavoridos.

Cualquier posición ante la muerte nos hace parecer algo ridículos; apenas sabemos si es nuestra cruz o nuestra redención.

...

Enciendo yo otra vela, y la dejo junto a la de Servadac, por el alma de Julien, que no era otra que la del mismo Truffaut.

Gracias.
Nuño
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow