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España España · Málaga
Voto de Nuño:
2
Thriller Salem ya no es el de los juicios por brujería. De hecho, el Salem de los smartphones es mucho peor. El hackeo y la publicación de buena parte de la información íntima de sus ciudadanos hará que la gente de Salem pierda los papeles, desencadenando una ola de violencia que termina arrastrando a cuatro chicas, acusadas de estar detrás de este hurto cibernético y perseguidas como si fuesen brujas de nuestros tiempos. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2019
62 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se abre con una orgullosa prolepsis, en tono belicoso e incendiario, que recuerda un poco a las proféticas provocaciones de Gaspar Noé en 'Solo contra todos' o 'Irreversible'. Primer desencuentro personal con la película: no concedo valor inherente a la vocación de sátira o a la voluntad de irreverencia.

El ridículo nivel de mordacidad de la película es un segundo motivo, personal, para ir alejándome de ella. Torpezas tales como mostrar a un alcalde detractor fervoroso del movimiento LGTBI que, minutos después, resulta que en verdad gusta de ser sodomizado y disfruta vistiendo medias y tacones. No es que el ejemplo de "doble moral" sea vergonzosamente facilón (un simple capítulo de "South Park" o hasta de "Los Simpsons" encierra más ingenio), es que es contradictorio relegar, al final, la dignidad humana (ajena al género) a una prosaica cuestión de "sí o no" al placer anal. Como si un heterosexual al que le gusta ponerse tacones en realidad no está tan lejos de un colectivo entero que, entre otras cosas, no debería ser presentado como una masa homogénea movida por los mismos motivos. ¿Acaso los hugonotes en Francia, los diggers en Inglaterra o las frondes no arrastraron tras de sí numerosos descontentos por igual de numerosos motivos?

Y, en general, el discurso de la película ya sigue los cauces del de cualquier adolescente ocioso de Twitter, cuya más alta cota orbita sobre dilemas acerca la sexualización del selfie y demás disquisiciones que sólo entretendrían a una sociedad acomodada y ajena a carencias elementales.

Este vía crucis de tópicos y falsas palmaditas en el pecho me lleva a una conclusión, intransferible y personal en cualquier caso: la actitud reivindicativa está desligándose, inexorablemente, de los objetos y necesidades a reivindicar y está constituyéndose, peligrosamente, en un valor en sí mismo. Nada extraño, por otro lado, en una sociedad cuyo principal mal, a mi modo de ver, es la infantilización rotunda en forma y fondo. Y, por supuesto, siempre he considerado que la voluntad de crítica debería ir siempre acompañada, qué menos, de cierto nivel intelectual, de una tesis seria. O, como mínimo, procurar que la rabia no supere al discurso; o sea, peor aún, el discurso mismo.

La película es, a mi modo de ver, una gamberrada ligera, parlanchina, sin enjundia alguna y que desemboca en un frenético festín de tiroteos, que seguramente sólo pueda interesar a adolescentes o a sus equivalentes adultos.

Gracias.
Nuño
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