Casablanca es un lugar de paso, un escenario transitorio que la gente visita con la premura del trámite obligado: esperan abandonarlo pronto, en aras de una vida mejor en algún lugar lejano.

En medio de tan impersonal lugar, Rick tiene ubicada su vida. Y, cuando tiene la oportunidad de abandonarla, no lo hace.

Es la radicalidad de esa rendición, ya imbricada en el alma del perdedor que es fiel a su derrota, lo que conquista en 'Casablanca'.

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Una muestra fehaciente de la magia mítica que pueden conseguir los espacios del Cine es que el bar de Rick se construyó en Casablanca un tiempo después del éxito de la película, a petición popular. Un lugar así no puede no existir, dirían; y quisieron, ingenuos, reproducir y revivir un Prometeo cinematográfico.

Gracias.