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Voto de Don Hantonio Manué:
7
Comedia Un crítico teatral que acaba de casarse decide visitar a sus ancianas tías antes de marcharse de luna de miel. Durante la visita descubrirá que las encantadoras viejecitas tienen una manera muy peculiar de practicar la caridad. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2024
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Cuando por fin te decides a casarte y a abandonar tu reputación de crítico teatral cascarrabias, a punto de embarcarte en una romántica travesía por las cataratas del Niágara con el amor de tu vida, vas y te enteras de que tus adorables y ancianas tías se dedican a practicar la caridad muy, pero que muy a su manera y siempre con veneno de por medio...

Pues esto es lo que le pasa al pobre Cary Grant en "Arsénico por compasión", comedia desenfrenada y no sé si precursora de cierto estilo de comedia-desmadre, con humor negro, personajes a cada cual más majara o tontorrón, tramas que complican hasta el absurdo en su amontonamiento de situaciones surrealistas… basada, como tantos éxitos de entonces, en una obra de Broadway. Se percibe en unos modos eminentemente teatrales, con toda la acción transcurriendo prácticamente en una misma localización; la casa cuyo mobiliario y ubicaciones son exprimidas a conciencia, y trabajando sobre todo el ritmo y unas interpretaciones encabezadas por el simpático por antonomasia del Hollywood clásico, convertido aquí en una sufrida caricatura que nos regala una colección impagable de expresiones faciales.

No deja de ser la historia de un tipo que intenta emanciparse de su herencia familiar envenenada de por sí, cuyos intentos son infructuosos (plano de la barandilla de la escalera, como en una cárcel) y sacan lo peor de él, eso que tanto teme. Pero cuando nos movemos en ciertos extremos de disparate, en una larguísima noche de Halloween en la que la locura y la lógica se confunden… lo cierto es que todo puede suceder.

Simpática a la vez que truculenta, para los estándares de entonces al menos, mirada a los secretos familiares, a los cadáveres, literales, por ahí escondidos (el sótano, el baúl, a cuyo contenido nunca llegamos a acceder) que toda fachada respetable, inocente en sus apariencias, es susceptible de ocultar... o esa América puritana que se indigna cuando ve violencia en el cine, sin ser capaz de ver su propio rostro putrefacto. Las dos señoras son, aún así, difíciles de juzgar moralmente, más aún cuando demuestran tener su propio “código” frente a los auténticos malvados de la función (nunca mejor dicho), con quienes la cosa bascula hacia una especie de noir, o de homenaje al terror gótico de los monstruos de la Universal (sombras incluidas) en el que se pierde parte del chiste, pues el directamente parodiado no es otro que Boris Karloff, actor de la obra original.

El único chalado real resulta ser, por tanto, el que más dignidad desprende entre semejante galería de freaks, y no sorprende que ya viva en un manicomio. Pues por si fuera poco, tenemos por ahí a un poli más centrado en sus inclinaciones como dramaturgo que por hacer su labor; el mundillo de los críticos influyentes, los recursos facilones de las obras para crear suspense, todo ello se integra fácilmente y con abierto cachondeo hacia el medio. Una invitación a la locura, a la diversión, que se reserva al menos unos cuantos golpes cómicos que aguantan con el tiempo, una oda a convertir aspectos turbios de la vida en un motivo de fiesta… quizá una película que no aspira a ser otra cosa.
Don Hantonio Manué
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