"EL ESPACIO... LA ÚLTIMA FRONTERA. ESTOS SON LOS VIAJES DE LA NAVE ESTELAR ENTREPRISE. SU MISIÓN: EXPLORAR NUEVOS Y EXTRAÑOS MUNDOS, BUSCAR NUEVAS FORMAS DE VIDA Y NUEVAS CIVILIZACIONES, LLEGAR CON AUDACIA A DONDE NINGÚN OTRO HOMBRE HA LLEGADO ANTERIORMENTE."

El director neoyorkino J.J. Abrams ha llegado a esa frontera cinematográfica. Capaz de fusionar espectacularidad con tensión dramática, imágenes digitales con personajes humanos y plenos de acción y arrojo aventurero, humor y guiños a los fans de las serie y agradando además a los que no lo fueron o no son o no lo son tanto.

Ya en Star Trek XI apuntó su buena forma para renovar y reconducir la saga elevandola a niveles de clásico cinematográfico, y de nuevo en ésta XII vuelve a bordar su maestría para, a pesar de partir de unos clichés muy conocidos y hasta repitiendo la estructura general de muchas de las escenas, conseguir captar la atención incondicional del espectador que busca el entretenimiento espectacular, y a la vez inteligente, que le haga salir de la sala de cine con una sonrisa amplia en la cara, entre los compases sinfónicos de Michael Giacchino, ganador del Oscar por el score de "Up" y que también musicalizó la Star Trek anterior.

De nuevo el joven capitán James T. Kirk y la tripulación del Enterprise deben hacer frente a enemigos que le superan en capacidades y potencia destructiva, y de nuevo los fuertes lazos existentes en el grupo seran la clave para doblegar la amenaza.

Ya el Spock anciano de la cinta anterior avisó a su Spock joven, que su relación con Kirk sería algo antológico por las aventuras y desafíos que harían frente juntos, y en esta secuela eso queda en total evidencia. Una vez presentados los personajes en Star Trek XII, aquí se va totalmente al grano de la acción y el desarrollo con los caracteres ya conocidos, el doctor Leo McCoy que odia "navegar por el espacio", Montogomery Scott el ingeniero histrónico (y su mascota "ewok") con golpes de humor contínuos, Pavel Chekov el "rusito superdotado", la oficial de comunicaciones Nyota Uhura, ahora novia de Spock desde el film anterior (aunque en este no se evidencia esa relación apenas), y el pequeño pero valiente asiático Hikaru Sulu, el oficial físico y piloto.

De nuevo los intérpretes están afortunados en todos sus roles tópicos y de nuevo surge la magia cinematográfica con un 3D que justifica el pago extra, por una superproducción que costó 185 millones de dólares (la anterior fueron 150) y que deseamos y pedimos que el Sr. Abrahams de nuevo triunfe en la taquilla mundial y se anime a continuar la saga sin descanso, aunque parece que se pasa a la de Star Wars, donde seguro tambien hace un gran trabajo.

Así que señores amantes de la Sci-Fi, estamos ante una nave espacial que nació hacia 1.966 y que aun navega con seguridad a velocidades "warpianas", camino de 50 años ya haciendonos soñar con las estrellas más allá de las fronteras exploradas por cualquier ser humano. El que no le guste la idea mejor no se teletransporta, se baja de la nave y se mete en otra a tono con sus preferencias cinéfilas, pero esto es territorio trekki y de sus simpatizantes, es territorio de lo espectacular y de lo aventurero, es un futuro alternativo (allá por el 2160 en adelante) que ninguno vamos a poder vivir, sino es por la magia del cine con mayúsculas.