Antes de esta película, Clint Eastwood no estaba demasiado bien considerado, ni como actor, donde los gafapásticos le ponían al nivel de Bronson, Burt Reynolds o Stallone, magníficos actores, para desacreditarle (y que quede claro que a mí ambos me parecen muy solventes) por haber rodado la saga de "Harry el Sucio", "Duro de Pelar" o "Firefox", ni como director, aunque hubiese dirigido magníficos thrillers como "Escalofrio en la noche"(su debut), westerns crepusculares como "Infierno de cobardes" o "El Fuera de la ley". Estos estetas del celuloide, capaces de devorar películas polacas, soviéticas o de Fassbinder sin regurgitar, no perdonaban a Eastwood su tendencia política republicana ¡lagarto, lagarto!.

Tuvieron que venir los franceses y hacerle una retrospectiva en Cannes y presentar a concurso "El Jinete Pálido" y entonces ocurrió: ¡Jopé!, si los franceses sesudos lo valoran... ¿van a ser menos los gafapásticos españoles? Y de pronto, el "Jinete Pálido", excelente western, oscuro, con tintes místicos, buenas interpretaciones, pero una versión más adulta de "Raices Profundas", pasa a ser, con merecimiento, una obra maestra. Ya no era un "retrogrado", era un artista, cosa que ya sabíamos los que habiamos visto sus películas sin prejuicios ideológicos estúpidos.

Sin embargo, todo lo que nos ofrece como director, los homenajes al western clásico, pero también al cine de Leone, ya lo había realizado en sus otros westerns anteriores, aunque nadie se había apercibido. No hay mucha novedad con respecto a sus anteriores obras, quizá un mayor dominio del ritmo, de la puesta en escena, de los tiempos. Se ve con gusto, se sigue con atención y al consumidor de westerns, le dejará un buen regusto en el paladar, no todos los días se ve una obra redonda.