No creo que Umberto Lenzi pretendiese revolucionar el subgénero de zombis, infectados mutantes y demás bichejos. Ni mucho menos. Pero el caso es que, veintitantos años antes de películas como "28 días después" o "Amanecer de los muertos", esta película nos presenta unos zombis que corren que se las pelan, manejan armas, roban coches, emboscan a sus víctimas y en general parecen perfectamente sanos y funcionales si no fuera por una especie de podredumbre carnal lograda con maquillaje a base de betún. Así que sí, si la "modernidad" de una película de este tipo se mide por lo ágiles, rápidos y habilidosos que son los "podridos", esta es la que parte la pana.

Por lo demás, la película ofrece lo que cabe esperar de una producción italiana de este tipo y de su época: reparto donde conviven especialistas de la caspa y actores serios en un mal momento, escenas gore retorcidas y creativas, efectos especiales artesanales pero efectivos, diálogos absurdos, ritmo irregular, puesta en escena barata pero funcional, situaciones disparatadas y final apocalíptico.

Esperar otra cosa de una película titulada "La invasión de los zombis atómicos" sí que sería disparatado.