Un rey loco incapaz de gobernar, un médico ilustrado con ideas revolucionarias, una reina que quiere ir más allá del encorsetamiento de la corte, y un perro que a punto estuvo de ser consejero real, a propuesta del rey.
En los tiempos de Voltaire y Rousseau, las ideas revolucionarias, la emancipación del pueblo y el hombre libre, recorren Europa, sorteando censuras y traspasando fronteras.
Ni el poder de los nobles, ni el control sobre todo lo escrito y dicho, pueden conseguir que las nuevas ideas no penetren en la corte danesa. La lucha por el poder y las ideas, aderezada con un affaire amoroso, son los ingredientes básicos para acercarnos a un interesante fragmento de la historia.
Bien narrada, bien ambientada y mejor interpretada, destaca sobremanera, Mikkel Boe
Følsgaard en el papel del rey, cuya presencia domina cada escena, sin por ello, ensombrecer el magnífico reparto actoral.
Ah y el pueblo, mentado pero poco presente en la cinta, sumido en la ignorancia, la pobreza y la esclavitud, será decisivo coma arma de manipulación convirtiéndose en un monstruo para sí mismo.
Eso si, llévense un termo y una almohadita, la película dura la friolera de DOS HORAS Y MEDIA, imposible en tanto tiempo no contemplar el espectro del tedio.