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España España · Asturias
Voto de Xano:
7
Drama Harvey Milk, el primer político abiertamente homosexual elegido para ocupar un cargo público en Estados Unidos, fue asesinado un año después. A los cuarenta años, cansado de huir de sí mismo, Milk decide salir del armario e irse a vivir a California con Scott Smith. Una vez allí, abre un negocio que no tarda en convertirse en el punto de encuentro de los homosexuales del barrio. Milk se convierte en su portavoz y, para defender sus ... [+]
5 de octubre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echando mano un estilo semidocumental, probablemente de carácter obligado por la cantidad de material de archivo que utiliza a lo largo de su metraje consiguiendo una excelente fusión entre la exposición periodística de la historia y su adaptación en clave dramática, Mi Nombre es Harvey Milk consigue diseccionar en sus cerca de dos horas el ascenso y caída de el primer político abiertamente homosexual de los Estados Unidos. Intentando mantener un equilibrio entre su vida personal y su trayectoria política, la película de Gus Van Sant, a pesar de mantener buen ritmo y un desarrollo de los hechos lo más aséptico posible, salvo por la incursión de algún que otro personaje del que no sabemos muy bien qué pensar, no consigue que el espectador se identifique demasiado con los conflictos internos de un hombre que, más que en un adalid de las causas justas, termina por convertirse en un tiburón de la política sin demasiados escrúpulos a la hora de conseguir sus objetivos.
Brillante radiografía de una época convulsa para las minorías sexuales y de sus primeros pasos en pos de la libertad individual y los derechos civiles, Mi Nombre es Harvey Milk encuentra su principal virtud en la exposición de una realidad social que aún hoy, pese a lo mucho que se ha avanzado, continúa siendo tremendamente complicada para demasiadas personas, y la terrible constatación de que el discurso segregacionista, discriminatorio y estigmatizante de los sectores ultraconservadores no ha variado ni un ápice desde aquellos años en los que Anita Bryant escupía su odio fascista en los medios de comunicación.

Lo mejor: su estilo visual; la estupenda fusión entre la ficción dramática y la documentación periodística; la interpretación de Sean Penn y la excelente ambientación.
Lo peor: quizá una exposición demasiado fría en algunos momentos y el (horroroso) personaje de Diego Luna, completamente prescindible (o, al menos, mejorable).
Xano
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