Brutal radiografía del proceso de (auto)destrucción de una joven y frágil bailarina en pos del éxito profesional, Cisne Negro, desde ya una de las mejores películas del año y la mejor de su atrevido e inclasificable director, es, más allá del relato de una obsesión enfermiza (la de todo artista en su búsqueda de la perfección absoluta) que termina minando la débil estructura psíquica de la protagonista, una metáfora arrolladora y contundente de la sociedad en la que nos ha tocado vivir, de ese entorno agresivo, competitivo y deshumanizado que nos exige (probablemente sin que nos demos cuenta) ahondar en lo más profundo de nuestro yo individual para hacer aletear el lado oscuro que todos llevamos dentro y poder devorar a los que nos acechan antes de ser devorados. Película imprescindible. Bella, angustiosa, siniestra y fascinante. Un espectáculo extraordinario.

Lo mejor: todo. Y además Natalie Portman está maravillosa.
Lo peor: nada.