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España España · Asturias
Voto de Xano:
8
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
4 de octubre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento clave de Los Abrazos Rotos sus dos protagonistas, recluidos en una casa al borde de una playa de Lanzarote, ven una escena de Te Querré Siempre de Roberto Rosselini. Ingrid Bergman, de viaje por Pompeya, llora emocionada tras contemplar los cadáveres de una pareja que, sorprendida por la erupción del volcán que arrasó la ciudad siglos atrás, quedó solidificada por la lava mientras se abrazaba. Ese último momento de pasión, ternura o terror grabado a fuego en el tiempo simboliza a la perfección lo que Pedro Almodóvar cuenta en su última película, probablemente una de las más arriesgadas, frías y cerebrales de toda su carrera. En La Mala Educación reflexionaba sobre el cine como un enorme espejo de ficción en el que la realidad también podía verse reflejada de cuando en cuando. En ésta el cine, la fotografía, la imagen fílmica en general, es utilizada por el director manchego como un vehículo para la inmortalidad, para el retrato imperecedero de todos los momentos de la vida que nos marcan aunque no seamos capaces ni de recordarlos, ya sea un abrazo en una playa solitaria captado involuntariamente por una cámara fotográfica o un último beso retratado fotograma a fotograma por una cámara de cine que nos graba sin que nosotros lo sepamos. Evidentemente no es éste el único nivel de lectura que tiene Los Abrazos Rotos, una película densa que demuestra una vez más que salvo honrosas excepciones como Volver el cine de Almodóvar se está haciendo cada vez más complicado para el espectador. Los tiempos de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (película a la que se le rinde un nostálgico homenaje), Kika o Átame ya han pasado a la historia definitivamente. Sin embargo no a todo el mundo parece gustarle éste nuevo Pedrito, bastante más preocupado por epatar al respetable con su innegable dominio del lenguaje y la técnica cinematográficas (Los Abrazos Rotos es una de sus películas más perfectas desde un punto de vista meramente técnico), su portentoso poderío visual y el calado de sus reflexiones (metacinematográficas o no), que de entretenerlo con historias rocambolescas y disparatadas que muevan a la risa o la lágrima fácil. En realidad Almodóvar nunca ha sido un director sencillo para casi nadie, pero es verdad que en la última década sus obras se han ido encriptando cada vez más, hasta el punto de que es difícil saber qué deriva tomará su cine de aquí a unos años. Por lo pronto, su última película, una mezcla de cine noir, melodrama y estupenda reflexión sobre el mundo del arte y el cine, ha dejado un rastro de sentida indiferencia a su paso, quizá por un excesivo distanciamiento y frialdad a la hora de narrar una historia que, a pesar de sus muchas virtudes, no ha parecido calar demasiado hondo.

Lo mejor: Su impecable acabado.
Lo peor: su excesiva frialdad, que nos pasemos toda la película esperando por un clímax final que nunca termina de cuajar y la escasa o nula química entre Lluís Homar y Penélope Cruz.
Xano
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