Siento envidia, muchas envidia de todas las personas que vayan a ver esta hipnótica película por primera vez. Sé que muchas de ellas no aguantarán, la pasarán de largo y se rendirán antes de llegar a la última parte del film,...no porque sea una mala película, sino porque sí es verdad que no es para todo el mundo.
Lo que no se imaginan es que van a dejar de ver 21 minutos que ya forman parte de la historia del cine y, en mi opinión, el mejor plano secuencia jamás realizado. No por méritos del director exclusivamente, sino y sobre todo, por la extrema belleza y saber hacer de una inolvidable Natassa Kinsky y la genialidad de un actor como Harry Dean Stanton.
Ahora sé que la tentación es pasar directamente a esta escena, la segunda en el peep show, pero si lo hacen, no dará resultado... porque hay que ver la película entera para realmente valorar esta joya del noble arte.
Aquí no hay trampas ni efectos especiales ni estrellas, sólo CINE.