Acabo de ver esta maravillosa película, como si de un bonito cuento de Navidad se tratará, una casa bien acomodada en la Suecia del 1900 en ambiente impoluto al mas mínimo detalle, sus ventanas reflejan la nieve posada en los cristales, árboles de Navidad en todas las estancias, mesas llenas de manjares exquisitos, candelabros de plata y como no, ese color rojo vivo que siempre le ha gustado destacar a Bergman, quien iba a imaginar que detrás de ese idílico ambiente se podría esconder una terrorifica historia.

Si mas no, yo lo llamaría inquietante hasta el punto que no he dejado pestañear, a medida que avanza el metraje todo da un giro de 180 grados, y todo el ambiente se va enrareciendo cada vez mas, hasta límites insospechados, aquí ya vemos ese punto transgresor del Sueco, me atrevería a decir que roza el terror, el morbo, la ambigüedad, algo que le gusta mucho mostrar a Bergman, la inquietud, el miedo, pánico e incluso también dosis de comedia, sin duda una mezcla explosiva, junto con la profunda mirada inolvidable del pequeño Alexander