Si imagináramos a un poeta del siglo XXII que hace una película ambientada en su presente, sin duda saldría una película parecida a Blade Runner, pero hacer una película a principios de los '80 con tal nivel futurista, filosófico, poético, humano, es prácticamente impensable, pero justo eso es lo que consiguió de manera magistral el director Ridley Scott en la que ya es un clásico del cine. Esa atmósfera angosta, esos tonos grises contaminados que son iluminados por los neones de los prostíbulos de la corrompida ciudad, esos personajes cibernéticos cargados de sentimientos tales que ni los propios humanos habitantes de ese futuro tan patético sienten, por la interpretaciones grandiosas tanto de Harrison Ford, Sean Young, Daryl Hannah y el rey de esta película e interprete del histórico monólogo final Rutger Hauer, por ello y mil motivos más esta cinta es la reina del género de la ciencia ficción acompañada como no de la imperecedera 2001 odisea en el espacio y de la más joven pero no por ello menos digna Matrix. Gusta a todo el mundo, una verdadera obra maestra. (9.9).