Deberían llamar a las cosas por su nombre, y es que este largometraje no es sino un lentísimo documental fotográfico sobre las varias cosas que el señor Cuaron ha tenido a bien mostrarnos de su México de los 70, haciéndolo con total desdén por intentar montar una mínima historia, recreándose hasta el onanismo en detalles que a nadie importan, dejando a merced del sopor el buen hacer de la actriz protagonista. Con un resultado, al fin, solo apreciable por críticos parece más interesados en darse baños calientes de melancolia. Me he abstenido de suspenderla en la calificación debido únicamente a la ya mil veces comentada excelsa fotografía, que básicamente viene a apoyar una vez más el.caracter documental y diría egoísta del proyecto en cuestión.