La obra maestra de Louis Malle bien podría estar filmada por Alfred Hitchcock. Cuando alguien quiera saber qué es el cine negro debe recurrir, además de a Fritz Lang, a esta obra. Con uno de los guiones más inteligentes que se recuerdan, la película nos saquea la mente desde el comienzo, con una asombrosa mezcla de tramas que convergen, realmente, en una principal: el asesinato de Simon Carala. No solo no se le puede reprochar nada, es que es prácticamente perfecta.