La película debe ser valorada por público que mayoritariamente aprecie el terror. Este tipo de terror. No podemos compararla con otras que siguen la estructura de un cine más clásico, sino con las del género slasher. Y es que, cada saga dentro de este, tiene unas particularidades. "Viernes 13, Segunda Parte" baja el nivel de terror de su predecesora, pero mantiene viva su leyenda (y de qué manera). Siempre asociaremos la saga de Viernes 13 con un lago y con campamentos de montaña, y en estos lugares el terror se ajusta a las formas tal y como el Drácula de la Hammer se adaptó a lóbregos castillos góticos. Jason, en su primera aparición como asesino en serie, se mimetiza con los árboles, los matorrales, las cabañas de madera y el lago verdoso, para ser parte de ese hábitat.

Por lo demás, un grupo de jóvenes, cautos e incautos (da lo mismo para el resultado final), que cumplen con su función de ser una comparsa servida en bandeja a la parte más salvaje del campamento sangriento. También la música parece haber salido de esa naturaleza, pero con el filtro de la inquietud. "Viernes 13, Segunda Parte" está llena de noche, de sombras, pero también de días de luz, de cuerpos desnudos y de litros de sangre. No pretende que te la creas, sino que la disfrutes, como quien se sienta ante una lumbre a escuchar historias de terror. Y sí, mediante ese espíritu, puede dar miedo.