La que podría parecer una serie más se convierte en la gran sorpresa de la temporada. ¿Por qué? Porque intenta llegar a todos los públicos (consiguiéndolo), porque pese a estar plagada de tópicos resulta refrescante por el componente crítico que tiene (La España deshabitada), porque sus clichés son España (guste o no guste). Una serie que conecta la nostalgia de una España al borde de la desaparición con otra que acaba de aparecer. Un choque ameno por su funcional guión y por las estridentes actuaciones que no ofrecen nada nuevo, sino lo que el espectador español quiere ver. Que no es poco.