No os voy a engañar: esta es una de las películas de Star Trek más decepcionantes.
La verdad es que me habían avisado, más o menos, de lo sosas que eran "La Última Frontera", "Insurreción" y "Némesis", y quizá por ello no salí así de desalentado.

Pero coño, la premisa de esta cuarta Star Trek que cierra la trilogía formada también por "La ira de Khan" y "En busca de Spock" es muy buena: los protagonistas tienen que salvar el futuro viajando al pasado, al planeta Tierra de nuestros días, al San Francisco de los 80.
La idea de trasladar recursos de Star Trek como grandes naves, phasers y teletransporte a la urbe americana, por mucho que la tachen de "comercial" (no voy a ser yo quien lo niegue), nos gusta lo bastante como para que hubiera funcionado.

El resultado podría ser mucho mejor.
Lo peor que se puede decir es que se convierte literalmente en una comedia de disección social, en la cual los protagonistas se sorprenden de cuanto les rodea e incluso lo satanizan, complicando aún más la situación apocalíptica a la cual se enfrentan, llegando incluso a ser, a veces, ñoña.
Creo que lo de las ballenas podría haberse llevado mejor. Sin duda, la inteligencia de los cetáceos es buen objeto de ciencia-ficción, pero aquí se lleva de forma muy tontorrona.

La película entretiene en todo momento, e incluso tiene buen sentido del humor y un sentido del reproche que no deja títere con cabeza.
"Históricamente, en el siglo XX el homo sapiens tenía que escupir una vulgaridad o una metáfora florida en cada frase si quería que los demás escucharan su mensaje."

En fin... regular. Entretenida, pero regular. Felicidades, señor Nimoy.