Los paisajes en los que está grabada la película son preciosos. Desconocía el conflicto con Argelia que tuvieron los franceses, y que es el epicentro sobre el que gira esta bella película (por su originalidad y delicadeza), pero que se hace lenta de ver y, en momentos, incomprensible.

La relación homosexual es tratada desde el punto de vista de el chaval que descubre su condición en plena adolescencia y no sabe qué hacer. El momento en el que va a la zapatería a pedir consejo al viejo vendedor, me parece el mejor de la película.

Luego está Maïte, bella, atractiva y seductora a más no poder, que encandila a todo el que pasa por su lado y que dice una de las frases de la película, por no decir la frase: “una mujer marcada va directa al matadero”.

La historia que cuenta, de cuatro adolescentes y de una maestra que se vuelve loca, es bonita. Pero falta acción, un recorrido. Quizá es como observar un bello cuadro o un agraciado paisaje. En el cine, al menos en el mío, se busca algo más, emoción, ganas de ver, sorpresa…