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España España · barcelona
Voto de Kokolo:
8
Comedia. Drama Eric Bishop, un cartero de Manchester, fanático del fútbol, atraviesa una dura crisis vital: sus dos hijos hacen trapicheos de todo tipo, su hija le reprocha que no sepa estar a la altura de las circunstancias y, además, su vida sentimental es un desastre. Ni siquiera el buen ambiente que reina en el trabajo consigue levantarle el ánimo. Inesperadamente, una tarde se presenta en su casa Eric Cantona, su ídolo, la estrella de su equipo, ... [+]
2 de diciembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que Eric Cantona lee a Kierkegaard en sus ratos libres. Quizás sea leyenda; pero de lo que estoy seguro es de que leía el futbol como nadie.
No sé si Ken Loach lee a Kierkegaard, no lo creo, demasiado religioso, poco crudo; pero de lo que estoy seguro es de que sabe retratar la realidad británica como nadie, y como si de un filósofo se tratase, lo hace contrastando divergencias: un entorno hostil frente a lo incondicional de la amistad, una frustración vital frente a una esperanza futbolística, un desapego familiar frente a una nostalgia innata.
Es así, mediante la figura de un cartero que dejó abandonada a su mujer, y a la que vuelve a ver al hacer de canguro de su nieta, mientras su hija termina sus estudios, como Loach nos habla de esos sentimientos de frustración vitales y esos brotes de esperanza renacidos.
Al igual que en aquella maravillosa "Lloviendo Piedras" , "Buscando a Eric" nos presenta la figura de un padre aplastado por la vida, que se da cuenta de que lo que más quiere es salvar a su familia. Las claves para lograrlo se las da Eric Cantona, que aparece en la película como un Shaolin del Foie, un haiku de Champagne con su sabiduría llena de sabor, para demostrarle y demostrarnos que su grandeza no fueron los goles sino un pase, que al final lo que queda es lo que hiciste por los otros.
Ken Loach conoce los códigos de la clase media-baja inglesa: los cánticos, las pintas, los pubs, el futbol; esa sociedad llena de espíritus solitarios retraídos que encuentran la salida mediante esas pequeñas válvulas de escape, compartiendo un imaginario común con el grupo, pasando del anonimato individual a la reivindicación grupal.
Todo esto explica Ken Loach, con una sensibilidad, con una crudeza y con un humor inglés, como no podía ser de otra forma, que le convierten no sólo en una fuente de la actualidad para historiadores futuros, sino en un posible Rosellini inglés.
Kokolo
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