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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
3
Ciencia ficción. Aventuras. Acción Katniss Everdeen se encuentra en el Distrito 13 después de destrozar los Juegos para siempre. Bajo el liderazgo de la comandante Coin y el consejo de sus amigos más leales, Katniss extiende sus alas mientras lucha por salvar a Peeta Mellark y a una nación alentada por su valentía... Tercera y última entrega de la saga literaria "Los juegos del hambre" de Suzanne Collins, que se divide en dos películas. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algún organismo internacional debería tomar cartas en el asunto, porque el afán recaudatorio de ciertas productoras no tiene visos de caber dentro de la legalidad. El problema es que tributan en sitios lejanos, como Panem o la Tierra Media, en donde son más laxos con este tipo de cosas. Son lugares mágicos en los que 300 páginas de un libro dan fácilmente para rodar hasta nueve horas. Y como resultado, sin ir más lejos, 'Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 1', media cinta de 123 minutos en la que casi se pierde un gato y en la que el público debería salir de la sala con dos objetivos claros: volver al cine en el año 2015 para ver la parte buena (espero) del filme que cierra la trilogía, y guardarse la entrada por si el Tribunal de Estrasburgo se decide a intervenir.
La tercera entrega de la franquicia de los libros de Suzanne Collins arranca en el Distrito 13, adonde la heroína de la saga ha sido trasladada después de haber acabado con los Juegos del Hambre. Allí se esconde en un búnker el ejército de la rebelión, cuya presidenta tratará de convencer a la joven superviviente de que se convierta en el azote propagandístico frente al Capitolio. Sin embargo, lo único que desea el 'Sinsajo' es rescatar a su compañero de la cosecha, potenciando el desesperante triángulo amoroso con su antiguo novio.
Lo primero, lo evidente: alargar de esta forma la adaptación cinematográfica de una novela supone verse obligado a llenar minutos de metraje sin que en la pantalla suceda nada relevante, solo discursos de uno y otro bando para anunciar una guerra que nunca termina de llegar. En una serie de largometrajes que destacaba por trasmitir emoción y aventura -más allá de la muerte sangrienta de niños a manos de otros niños-, esta losa argumental deja una herida muy profunda. Si le añadimos que la vistosa fotografía de los campos de batalla de sus dos predecesoras debe malvivir ahora en un refugio subterráneo sin luz ni color, la película comienza a quedarse sin pulso. Y las escasas escenas de acción, junto con la desgana con la que parece que filmó esta primera parte el director Francis Lawrence -responsable también de 'Los juegos del hambre: En llamas'-, se revelan como un potente aliado del sopor. Para ser justos, hay instantes en los que el corazón se acelera. Pero al final el gato se salva y el espectador se queda más tranquilo.
En el reparto, Jennifer Lawrence supera con holgura el reto de pasar dos horas hablando y jugar con sus dos enamorados a ver quién es el más desdichado. No se respira tanta tensión como en las dos partes anteriores, pero la actriz estadounidense sabe sacar rédito a sus escenas, que son casi todas. De hecho, y ante la falta de guion, hubiera resultado propicio ampliar el rango de acción de Josh Hutcherson, Donald Sutherland, Woody Harrelson o el malogrado Philip Seymour Hoffman -al que se dedica la película-.
La traición a la esencia de la saga seguramente será desmentida el año que viene, cuando en la segunda mitad del filme, la guerra finalmente se desate en Panem y los efectos especiales vuelvan a saturar la emoción adolescente. Hasta entonces, la decepción es la única sensación posible al encarar la recta final de la historia, aunque siempre queda la esperanza de que Lawrence encauce el proyecto. El mundo no se merece otro Crepúsculo.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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