Nadie en su sano juicio, con un bebé en avanzado estado de gestación, se mete en el corazón de una protesta agresiva y con tintes de ir a peor a cada momento. Justo contra los barrotes de entrada a la prisión, casi aplastada por la muchedumbre. Nadie se cree que el pistolero a quién da vida Resines se enfunde un traje de dar hostias y se presente en medio del follón, le pegue dos buenos porrazos a la protagonista femenina y se descubra la cara.

Miren ustedes, me da la risa tonta, la risa cínica, y me sale el mismo sarpullido que cuando veo las mismas buenas historias, igual de estropeadas, en territorio yanqui, dándole a la gente lo que quiere, conduciéndolos sin pies ni cabeza a los brutales, funestos desenlaces. A calzador y al más puro estilo U.S.A.

La nota cae en picado por estas cuestiones, más allá de que yo sea un espectador quisquilloso en función del maldito día que tenga en el momento del visionado, los hechos denunciados me sacan de las pelis de una forma muy triste, y hacen de la película poco menos que una bazofia.