Tras darnos una lección técnica, sobre todo fotográfica, en Control, Corbjin se baja de la Triumph y se sube a una Ducati, y a mi no me la pega con su melodramática paciencia y sus musiquinas tristonas. El que busque una típica historia al uso, tal y como prometen título, reparto y argumento, se aburrirá, y quien espere algo más que se eche una siesta.

No lo tiene nada claro el señor Clooney últimamente. Si en Up in the air comenzaba a madurar y plantearse abandonar una vida soltera y solitaria, aquí le sucede un poco lo mismo, harto de ser un asesino implacable, alejado del mundo y el calor de las personas. Si en aquella finiquitaba los contratos de trabajo de desconocidos, en esta continúa haciendo lo mismo, pero con rotundidad. También encontramos similitudes en la mala suerte que sus personajes tienen con el sexo opuesto, no de mano, porque a nadie amarga un dulce, pero sí en la digestión del mismo.

Me sorprendió pidiendo un café americano el rey del nesspresso. Será para mantener el pulso firme pistola en mano. El caso es que se le ve cómodo en Italia, incluso se interesa por la fauna local (mariposas, aquí no hay ironía).

El resto es muy común, historia típica de capullo asesino que se complica la vida entre tetas, y para que nos pongamos en su piel Violante se pasa el rato en pelota.

Al Americano lo mete en vereda el cura, que no la puta, al que conoce en un momento delicado después de un improvisto en la nieve escandinava. Las conversaciones de ambos y las tetinas calientes de violonta junto con la sensación de que la muerte le persigue, son los motivos que convierten al capullo en mariposa.

Me parece bien que un asesino te de un susto terrible entre las callejuelas silenciosas y desérticas de un pueblecito, cualquiera puede asustarte, hasta el barrendero, pero una motovespa no por favor, que se la oye venir desde el pueblo de al lado.

Me río yo de final imprevisible como he leído por ahí, es más plana que El equipo A.