Resulta que Abraham Lincoln era un cazador de vampiros, además de un excelente político, y nosotros sin saberlo. Timur Bekmambetov nos quiere abrir los ojos con su última producción en tierras hollywoodienses. Partiendo de esta premisa, lo que espero es algo espectacular a la par que surreal, y qué mejor que Benjamin Walker pegando hachazos a unos vampiros la mar de feos.

Es verdad que la película tiene un guión muy básico y en algunos momentos aburridos. Aún así, Timur demuestra que es un cineasta bastante particular y que la cámara es tan importante para él como los efectos especiales. Su cine se podría resumir como un cine de excesos, donde cualquier atisbo de la realidad queda desechado. El resultado son secuencias muy espectaculares y plásticas.

Entiendo que haya gente a la que no le guste este tipo de cine, pero el trabajo que hay detrás es innegable. Timur Bekmambetov ha conseguido hacerse un hueco en Hollywood con un estilo personal.