Adaptation (El Ladrón de Orquídeas) es una de esas raras películas, ocurre muy pocas veces, en la que te sientes incómodo al verla, pensando que quizás, tú, como espectador, no estés a su altura.

Desglosando esta complejísima película, uno advierte en ella tantas capas en su narración, tantos dobles sentidos y tantas reflexiones filosóficas y analíticas, que la mayoría del público no sabrá cómo hacer justicia a lo que sucede en pantalla cuando la vea.

Lo que Charlie Kauffman (¡el gran Charlie Kauffman!) ha creado aquí, es un discurso metacinematográfico y literario al mismo tiempo, a través de diferentes historias que se entrecruzan de formas realmente sorprendentes, y que simultáneamente sirven como transcurso de un río atormentado y agresivamente sincero sobre la vida, en el cual deshojar las inquietudes, inseguridades, temores y miserias de cada uno de nosotros. ¡Casi nada!

Spike Jonze, el director, recoge el testigo de forma maravillosa, conformando un cuadro visual que trata en su justa medida a un guión memorable, dejando a su vez todo el espacio posible a los actores, para que crean de forma fascinante a cada uno de sus personajes.

Meryl Streep está realmente contenida (para ser ella), pero tan magnética y adictiva como siempre. Nicolas Cage realiza una doble interpretación tan soberbia, como compleja y Chris Cooper demuestra una vez más que es un auténtico maestro de la interpretación.

Pocas veces una película exigió tanto al espectador, aún menos le devolvió tanto a cambio. La brillantez de Adaptation resonará en tu cabeza mucho tiempo después de que aparezcan los créditos y quizás, lo más seguro, es que debas verla al menos dos veces, para darle un sentido real a todo lo que acabas de ver.

Señoras y señores, esto es un peliculón.