Con poco se puede hacer algo estimable. Me lo ha demostrado el director Richard Locraine que consigue crear una película que quizá cuando la estás viendo se hace algo aburrida y, sobretodo, repetitiva, pero que después deja un buen sabor de boca.
Renée Zellweger se enfrentaba a un personaje caramelo, pero creo que no lo aprovecha demasiado, ya que no es una de sus mejores actuaciones. Aquí los que se llevan la palma son sus hijos en la ficción, muy metidos en su papel. Se echa algo en falta que aparezca más en pantalla Kevin Bacon, muy acertado en su papel.
Película algo irregular, pero que se deja ver con facilidad.

Mi nota: 4.98