Hace unos cuantos años, esta película hubiera sido el no va más. Corrían finales de los 80 y principios de los 90 y esas cuatro tortugas mutantes y adolescentes eran protagonistas en la vida de cualquier crío que veía con ganas sus aventuras animadas mientras tarareaba su pegadiza melodía. Hoy la serie ha sufrido un restyling y tiene por delante una segunda vida para los más pequeños de la casa, encantados de ver la serie tal y como hacíamos hace años.

Y como cada vez que algo tiene éxito, el producto ha desarrollado merchandising suficiente como para llenar un Toys R Us y también ha llamado la atención de algún avispado productor que ve filón monetario en llevarla a la gran pantalla. Ahí es donde aparece Michael Bay, una máquina de oler negocio a distancia a través de películas explosivas, en las que el argumento es algo accesorio, pero que tienen todos los ingredientes para entretener mediante golpes, acción desatada y algún chiste de vez en cuando para distraer un poco. Justo con estos mimbres ha creado una película apta para todos esos niños que arrastrarán a sus padres a las salas.

“Las tortugas ninja” arranca con la necesidad de correr inmediatamente. No hay preparación de la narración ni de los personajes, con lo que el espectador debe dar por bueno todo lo que le llega. El origen de las mutantes no se explica con detalle, quizás porque se hará en otra futura entrega, y es ahí donde Bay (mediante su alter ego Liebesman) apuesta todo a una carta invirtiendo todo su esfuerzo y dinero en presentar unas tortugas bien digitalizadas y que no desentonen en la acción propuesta. Desde luego que lo consigue a pesar de que a veces uno no pueda distinguir bien si es Rafael o Donatello el que aparece, pero dura poco porque Bay ya ha diseñado una nueva secuencia de la que disfrutar.

Por supuesto que la película tiene poco más que eso. La acción se lleva el presupuesto y toda la atención, y por eso no podemos esperar un desarrollo coherente o un final con algo de sentido simplemente porque “Ninja Turtles” –título en inglés que no se ha suprimido- sabe que a su público objetivo poco le importan estos detalles, ni leerán su posible mala crítica mañana. Probablemente tampoco lo hará Megan Fox, que luce figura real y chaqueta amarilla entre tanto efecto para apenas decir un puñado de frases como la famosa reportera April y pasar algo desapercibida, si es que esta chica puede pasar desapercibida.
Veremos cómo evoluciona todo en próximas entregas.