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España España · Madrid
Voto de Moody:
5
Drama Historia de una ninfómana contada por ella misma. Una fría noche invernal, un viejo solterón (Stellan Skarsgård) encuentra en un callejón a una joven (Charlotte Gainsbourg) herida y casi inconsciente. Después de recogerla y cuidarla, siente curiosidad por saber cómo pudo haber llegado a semejante situación; escucha atentamente el relato que ella hace de su vida, una vida llena de conflictos y turbias relaciones. Para su estreno ... [+]
1 de junio de 2014
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Tras llevar a cabo la idea de partir el original en dos partes para no cansar demasiado al espectador, y una vez vistas las dos partes, hay que decir que este volumen II es bastante más débil que el primero, en el que se desarrollaba la mayor parte de la trama y que contenía las claves de la narración. Tal y como se ha decidido el corte se nota que esta segunda parte no tiene tanto contenido y se queda, a partir de su primer cuarto, en una sucesión de imágenes que no aportan demasiado.

Esas secuencias, tan bellas y potentes como cabe esperar de una película tan explícita, apenas tiene algo que ver con el juego desplegado en la primera entrega, esa en la que el espectador se veía abrumado por la calidad del contenido y con la poética de una narración hipnótica. En esta ocasión Von Trier se limita a desarrollar de una manera burda e innecesaria la buena senda iniciada en la primera parte. Si en aquella conocíamos la historia desde el comienzo, las motivaciones y problemas de la protagonista ante su adicción, en ésta las escenas son gratuitas y carentes de un sentido más allá del puro espectáculo visual y que poco se acerca al acercamiento interior que necesitaba.

Si todo el proyecto es concebido como uno solo es posible que esa sensación de vacío que se tiene cuando se acaba de ver esta película desaparezca, pero no debemos olvidar que ambas películas deben tener vida propia y el desarrollo de ésta deja mucho que desear. El reparto, con pocas caras nuevas en relación al Volumen I, vuelve a exponerse sin límite siguiendo las instrucciones de un director que se pierde en sus ínfulas de querer dejar huella en cada frase con disertaciones que solo él comprende. Solo de esta forma se puede comprender cómo intenta quitarle importancia a algunos temas espinosos de imposible justificación, o cómo la protagonista llega a ser una convincente cobradora de deudas con unos métodos propios que tienen su origen en sus deseos más ocultos. Incluido su final, incompresible para como se había desarrollado la trama, es la guinda de un pastel de difícil digestión.

Ya desde el primer momento se intuía que este proyecto personal no iba a dejar impasible a casi nadie y que cualquier espectador iba a tomar partido de una manera o de otra. Y una vez visto, es comprensible que haya gente a la que directamente le aburra o no le interese. Lo que no se puede negar es que despierta expectación, y en esto Von Trier, para bien y para mal, es un maestro.
Moody
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