Shine narra la vida de David Helfgott un niño prodigio de familia judía cuya pasión era la música y se convirtió en un virtuoso del piano.
Vivió en un ambiente de penurias bajo el rigor de un padre autoritario y maltratador que marcó inexorablemente su porvenir psíquico. Su fascinación por la música fue vilipendiada por su progenitor que puso infinidad de cortapisas a su aprendizaje y le causaba fuertes crisis nerviosas y problemas de identidad por lo que tenía graves conflictos de integridad con los demás.
Cuando se ponía delante del piano era capaz de abstraerse de todo, su rictus y su semblante se apaciguaban y con su música maravillaba a todo el mundo.
Infinidad de propuestas a Universidades fueron rechazadas no por él, sino por su padre Pete (Armin Mueller).
A pesar de ello logró ser aceptado en la Royal College of Music de Londres y arriesgo todo por salir de la dominación paterna y conseguir su sueño. En parte lo consiguió gracias al cariño y el apoyo de Gillian (Lynn Redgrave).
En un concierto en el que interpreta la pieza n.º 3 de Rachmaninov, obsesión de su padre, sufre una de sus crisis que le deja paralizado y por la que fue hospitalizado en Halliwick durante un largo periodo de tiempo. Esta fue una de las muchas veces que tuvo que ser hospitalizado y poco a poco su estado empeoró de tal forma que se volvió más torpe, desordenado y con una forma de ser más cercana a un niño fuera de órbita.
David magistralmente interpretado por Geoffrey logró el Oscar a mejor actor en 1996 de las siete nominaciones que obtuvo Shine.
Una delicia de película a pesar de su carácter dramático y que es de obligada visión.