Sharknado la vi hace unas semanas sin expectativa alguna que reírme un rato y la verdad es que a veces pienso que la calidad tiene límites insospechados para bien y para mal. Tras pasar un mal (divertido) rato con la primera entrega me propuse ver esta secuela que decían que incluso mejoraba los estropicios divertidos de la primera y la verdad es que es aún más inverosímil, más seria y a la vez contradictoriamente más graciosa. Impagable el momento del batazo del estadio de béisbol, una escena para recordar sin necesidad de spoilear. Los actores, los diálogos, los efectos y la historia siguen dando pena pero las risas están garantizadas. No te aburres si es lo que crees que sucede y por supuesto te deja con ganas de una tercera entrega ya en proceso.
No hay mucho que contar que es un desastre en toda regla, la madre de las secuelas más abominables jamás realizadas del cine de serie B, Z o lo que sea esto. El ridículo está servido pero por lo menos el entretenimiento está asegurado. Mención especial a la cabeza de la estatua de la libertad con vida propia, inteligente y bien dirigida y por supuesto a las caras de la negra del trío femenino.