No voy a entrar en el posible debate de si es esta versión es superior a la de Sam Raimi o no. Voy a adentrarme en lo que a mí me importa personalmente más. Y es en que han logrado lo que parecían prometernos: un auténtico festival de gore y sangre salvaje, al compás de una historia digna y merecedora de una ovación. Y es que esta versión cumple con su justo homenaje a la original, pero sigue su propia historia.
Fede Álvarez ha resultado ser un fichaje buenísimo, tremendo. Sabe dirigir la película, imprimir tensión y sustos macabros y una atmósfera opresiva. Técnicamente es obvio que resulta muchísimo más elaborada e infinitamente más redonda a nivel visual que la del también debutante de aquella Raimi. Lo que sí que eché de menos en esta revisión fue el humor negro (quizás hasta paródico) que estaba impregnado en la original. Aquí no es que sufra de un exceso de seriedad, pero no resulta tan divertida. Aunque no por ello es menos satisfactoria.
A nivel de guión, también resulta más elaborada que la original (sustituye un viaje por placer un fin de semana, por una excusa para desengancharse de las drogas, por ejemplo), y eso la honra ya que así escapa de lo que muchos remakes suelen hacer de forma muy reiterada que es copiar, copiar y copiar. Las escenas truculentas son realmente duras y dignas de lo que Evil Dead supuso para el gore. No querrás apartar la mirada, pero tampoco querrás comer muchas más palomitas.
En resumidas cuentas, nos hallamos ante un gran remake que cumple y de sobras con lo que se esperaba de ella y que te hará pasar un mal rato (y, en determinados momentos, lo siguiente). De lo mejor que he visto este 2013 hasta ahora.
Lo mejor: el conjunto en general es acertadísimo. Su terror y violencia son realmente potentes.
Lo peor: los débiles de corazón y de estómago que vayan a verla y que la pongan a parir por ser una película de “sangre y más sangre”. Respecto a la película: nada en especial. Es para lo que es, y siendo el tipo de película que es funciona a las mil maravillas.