“Expreso de medianoche” es una de esas películas de dulce y agraz. Por un lado, tiene una ambientación muy bien lograda y cierta mística subyace en sus escenas, sin ser un mega clásico de la historia del cine, tiene algo que cautiva y la transforma en cierto modo de una película de culto.

Por otro lado, sin duda se trato de un efectismo propagandístico americano, donde un joven cuasi ideal (amantes de sus padres, su novia y bien portado en la injusticia carcelaria), que sólo cometió un error puntual. Historial completamente alejada de la realidad (el verdadero Billy Hayes era un adicto, lleno de excesos, que engaño consentidamente a su novia en una relación homosexual), y en tanto, describe a los turcos como unos corruptos, cerdos, como alegaría el protagonista en su defensa, lleno de sucesos ficticios que no se condicen con la historia real: violaciones que nunca sucedieron, etc. Esta película, estigmatizo al pueblo turco frente al mundo, sin duda.

Alejado de los ribetes éticos, y analizando la película como una ficción (lamentablemente no se presenta como tal), la película cuenta con una ambientación que llena la atmosfera. La cárcel genera esa sensación de desazón, una especie de humedad agobiante, que sale desde la pantalla al espectador. La aclamada partitura de Giorgio Moroder, que nos acompaña recurrentemente, sin ser de mis favoritas, le da un toque especial a la película, que se combina perfectamente con la fotografía y la atmósfera, construyendo un microcosmo único en la prisión.

La estadía del joven Billy Hayes (Brad Davis) en la cárcel, quien comparte celda con otros tres extranjeros Erich (Norbert Weisser), Jimmy (Randy Quaid) y Max (John Hurt) y un condenado turco, Rifki (Paolo Bonacelli) -el cual los vigila, por encargo del jefe de la prisión-, va evolucionando desde la calma y la tranquilidad a un estado de desequilibrio mental, producto de la perdida de la esperanza y de los abusos de los gendarmes, encabezados por Hamidou (Paul L. Smith), un sádico y pervertido.

Lo mejor logrado de la película es la atmosfera, sin duda. Tampoco faltan escenas conmovedoras, para mi la mejor es la escena de la novia de Billy, Susan (Irene Miracle), a la prisión, donde se ve el estado de descomposición en que se encuentra Billy.

La actuación de Brad Davis es buena, con momentos destacadas y otros más bajos. Sin ser brillante, está bien lograda.

La película en general es una buena película, no extraordinaria, pero si bastante mejor que el promedio.