Película totalmente prescindible. La historia real contenía la fuerza suficiente para realizar una película emocional que nos sacudiera las entrañas, pero no esperéis encontrar ni un ápice de fuerza en el proyecto de Martínez Lázaro. El director apuesta por un tratamiento de la historia aséptico, excesivamente formal, que nos aleja del sufrimiento de las protagonistas. No se involucra en la historia y pasa factura.

Con un guión pésimo, subtramas inacabadas y un reparto ineficaz (a excepción de Pilar López de Ayala) la película no llega a emocionar en ningún momento y Martínez Lázaro debe recurrir a la sensiblería y el recurso a la lágrima fácil en las últimas escenas para dar algo de vida a unos personajes tan planos como anodinos.

Sólo merece especial mención la fotografía y el vestuario.